Friday, June 3, 2011

LA VIRGEN Y EL PASTOR




Hubo una vez una virgen llamada Chuqillanto que vivía en el acllahuasi de Cuzco. Todas las doncellas eran seleccionadas por su impecable belleza, pero Chuqillanto era la más especial, pues tenía el cabello del color del sol.Las vírgenes tenían que seguir un conjunto de reglas estrictas, entre ellas un regulazo régimen de higiene especial. Sin embargo, por la tarde, una vez concluido en trabajo y el ritual del baño, las chicas tenían permiso para salir del claustro, siempre y cuando pasearan en parejas.Un lindo día de verano, en que soplaba una brisa apacible, Chuqillano y su amiga caminaban por una pradera y se quedaron prendadas con una dulce música que les llagaba desde la distancia. Se encaminaron en aquella dirección y finalmente llegaron a la fuente del sonido: se trataba de un pastor joven y apuesto llamado Acoynapa, que tocaba la flauta para su rebaño de llamas. En cuanto el pastor poso la mirada en Chuqillanto, pensó que debía de tratarse de una diosa. Jamás había visto una chica con el cabello dorado ni que oliera a flores. Y ella nunca había oído una música tan maravillosa como la que brotaba de su flauta.Aquella noche, ni Chuqillano ni Acoynapa lograron conciliar el sueño; ambos ardían de deseo. Pero también ambos sabían cual era el castigo si Chuqillanto perdía la virginidad: la enterrarían viva y a su compañero lo colgarían de los pies. Pasaban los días y Acoynapa no podía comer, ni dormir, ni tan siquiera tocar la flauta; languidecía de amor. Su madre, hechicera y clarividente, comprendió lo que estaba ocurriendo y supo que tenia que hacer algo o, de lo contrario, Acoynapa moriría.Chuqillanto ya no podía aguantar más: tenia que volver a ver a su amado, y una vez más convenció a su amiga para acercarse a la granja de Acoynapa. La madre del chico les dijo a la joven y a su acompañante que su hijo había muerto, pero le entrego su cayado para que le sirviera de recuerdo. Aquella noche, Chuqillano, melancólica, se llevo el cayado a la cama y se quedo perpleja cuando de este surgió Acoynapa; no estaba muerto, sino que su madre lo había introducido en el cayado mediante un encantamiento. Así, escondido, Acoynapa se quedo en el claustro y la pareja compartió su dichoso amor varias noches.Pero la tragedia llego pronto: una epidemia de viruela llego a la tierra y los sacerdotes decretaron que la virgen del cabello dorado debía ser sacrificada en honor a Inti. ¿Cómo podía ofrecerse Chuqillano a Inti estando ya desflorada? Si decía la verdad, colgarían a Acoynapa. Pero si transigía el sacrificio, Inti se disgustaría de tal manera que enviaría una desgracia aun mayor a su pueblo. Ante esta disyuntiva, Chuqillano y Acoynapa decidieron huir a la selva. Llegaron hasta el mismo borde y, justo cuando se creían a salvo, se convirtieron de repente en pilares de piedra, que permanecerán allí por toda la eternidad.

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