Saturday, June 18, 2011

LAS WALQUIRIAS



LAS WALQUIRIAS



LEYENDA GERMANICA






Odín tuvo unas hijas – las walquirias – de corazón fuerte y noble de proceder, que acompañaban hasta el Vanhala a las almas de los muertos que debían entrar al servicio personal de su padre.



También Odín había dado el ser a dos mortales: Sigmundo y Siglinda, a quienes separaron de pequeños. Siglinda fue dada en matrimonio a Hunding, un guerrero de costumbres bárbaras y maneras brutales, lo cual la llevo a vivir a una cabaña rustica en medio de un bosque.



Estaba construida un torno a un árbol que tenia clavada en su tronco, desde tiempo inmemorial, una espada.Sigmundo, por su parte, llevaba una vida de acción constante.



Al cabo de unos años va a la búsqueda de un poco de reposo en el bosque y da con la choza de su hermana. No se reconocen. Pero las imágenes del dragón que en ciertos momentos parecen reflejarse en sus pupilas desde su nacimiento, les identifican alfil.



Siglinda, desde que ha reconocido a su hermano, ya no puede resistir por más tiempo la compañía de Hunding. Le da un bebedizo e incita a Sigmundo a arrancar la espada del árbol, con lo que ella quedara libre para seguirle. Lo hace a sin y se escapan los dos.



Al despertar, Hunding sale en persecución de la esposa infiel.



Entre este y Sigmundo va a plantearse una pelea que no es en absoluto indiferente en el Vanhala, pues se relaciona con la suerte del anillo.



Odín desea la victoria de Sigmundo. Pero Fricka esta en contra de la separación ilícita de Siglinda. Quiere el castigo del hermano esta, y el dios de los dioses no se atreve a negárselo. Había recomendado a la walquiria Brunequilda que ayudara a Sigmundo pero al fin el mismo ha de ir a estorbar el cumplimento de su orden.



Se inicia la lucha y la espada en manos del hijo de Odín se quiebra contra la lanza de Hunding.Brunequilda, desesperada, celebro consejo con las valquirias.



Decidieron llevar a Siglinda al bosque del anillo de oro, donde ni Odín ni los demás dioses pueden entrar.



Ya allí, Siglinda recibió de Brunequilda los pedazos de la espada de su marido.



Dáselos a tu hijo, el la recompondrá – dijo -. Le daras a luz en este bosque y se llamara Sigfrido.

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