Se cuenta que, antes del viaje del rey Hotu Matua y por instrucciones de un vidente, siete navegantes llegaron a la isla en busca de un lugar adecuado para instalarse y sembrar ñame, un tubérculo base en la alimentación de los inmigrantes. Además, dos de ellos traían un moai y un collar de madreperlas, que escondieron y luego abandonaron al regresar a su tierra natal de Hiva. Sólo un explorador se quedó en la isla. Varios estudiosos han rescatado de este mito hechos que hoy son comprobables: cuando Hotu Matua llegó a la isla, esta ya estaba poblada, ya existía el ñame y también los moai. Incluso, algunos deducen que los siete exploradores simbolizan las siete generaciones que habitaron el lugar, o quizás siete tribus inmigrantes, de las cuales sólo una sobrevivió para mezclarse con la gente de Hotu Matua. Los hechos han permitido establecer que el rey murió veinte años después de su llegada a la isla y que le sucedió su hijo mayor Tuu Maheke. El último de esta dinastía fue Gregorio O Roroko He Tau, también llamado el rey niño, quien falleció en 1886.
Si bien los pascuenses piensan que la sucesión dinástica no tuvo desvíos ni interrupciones, existen varios indicios de que el linaje dinástico sufrió muchas alteraciones. En la actualidad, aún existe una familia que dice descender del gran rey Hotu Matua. Se sabe que, poco después de los primeros polinesios, llegó a la isla una segunda inmigración. El origen de estos nuevos pobladores es polémico, ya que sus características raciales difieren de las de quienes entonces se consideraban nativos. A los nuevos habitantes se les llamó Hanau Eepe, que literalmente significa “raza ancha”. De hecho, eran más corpulentos y robustos que los Hanau Momoko, o “raza delgada”, que ocuparon antes el lugar. Los Hanau Eepe tenían muy desarrollados los lóbulos de las orejas, razón por la que muchos antropólogos los asocian con los incas. Sin embargo, como muchos otros, este es un misterio que aún no logran desentrañar. Por el momento, los orejas cortas y los orejas largas son protagonistas históricos del origen de la isla, cuya coexistencia está afianzada con testimonios reales del pasado.
Si bien los pascuenses piensan que la sucesión dinástica no tuvo desvíos ni interrupciones, existen varios indicios de que el linaje dinástico sufrió muchas alteraciones. En la actualidad, aún existe una familia que dice descender del gran rey Hotu Matua. Se sabe que, poco después de los primeros polinesios, llegó a la isla una segunda inmigración. El origen de estos nuevos pobladores es polémico, ya que sus características raciales difieren de las de quienes entonces se consideraban nativos. A los nuevos habitantes se les llamó Hanau Eepe, que literalmente significa “raza ancha”. De hecho, eran más corpulentos y robustos que los Hanau Momoko, o “raza delgada”, que ocuparon antes el lugar. Los Hanau Eepe tenían muy desarrollados los lóbulos de las orejas, razón por la que muchos antropólogos los asocian con los incas. Sin embargo, como muchos otros, este es un misterio que aún no logran desentrañar. Por el momento, los orejas cortas y los orejas largas son protagonistas históricos del origen de la isla, cuya coexistencia está afianzada con testimonios reales del pasado.
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