Saturday, June 4, 2011

EQUILIBRIO Y CAOS



Los egipcios entendían el cosmos como dos tierras idénticas que surgieron de las aguas del caos primigenio en forma de montículo. Más allá del horizonte occidental se hallaba otro mundo, una tierra habitada por los espíritus o por los muertos resucitados, en que el sol brillaba todas las noches tras abandonar el nuestro. Durante la puesta de sol, los que acababan de fallecer tenían que enfrentarse al terror de entrar en ese reino y al posterior juicio entes de poder habitar una tierra que era una replica perfecta a Egipto, aunque sin sus problemas. Estos dos mundos eran calcos el uno del otro. Se consideraba primordial que se mantuvieran en equilibrio, o Maat, ya que si este se perturbaba, aunque fuera ligeramente, regresaría al instante. El único puente entre los mundos era el rey quien, a diario y en secreto, recreaba la creación en el corazón del templo. Los egipcios habitaban un mundo precario que se tambaleaba el borde del desorden, por lo que la palabra del rey tenía que ser obedecida para evitar el caos y la desolación.
Los mitos, transmitidos a los habitantes en forma de cuentos populares o canciones, confortaban a la gente asegurándoles que las personas adecuadas estaban al mando y que su mundo estaba a salvo. Necesitaban de esta tranquilidad pues, según las inscripciones, los demonios y los espíritus acechaban a la vuelta de la esquina. La magia, contenida en amuletos y palabras de protección especiales, era muy real para ellos.

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