Friday, June 3, 2011

EL CERRO DE JUAN SOLDADO




El estudioso Julio Vicuña Cifuentes transmite la leyenda que el pueblo narra sobre la desaparición de la primitiva ciudad de La Serena que es, según él, "la tradición más antigua" que se conoce en Chile. He aquí la versión: La primitiva ciudad de La Serena era mucho más hermosa que la actual. Vivía en ella un joven bien parecido, pero pobre, a quien llamaban Juan Soldado, nombre que, en recuerdo suyo, se puso después al cerro cerca del cual aquella ciudad estaba edificada.
Juan Soldado se enamoró de la hija única de un cacique riquísimo, que habitaba a tres leguas de la ciudad. Como el cacique era ambicioso, se opuso a que se casara con un pobre. Los enamorados resolvieron huir, para casarse en la iglesia de La Serena, pues la joven era cristiana. Así lo hicieron, y en el momento en que el sacerdote bendecía el matrimonio, gente del pueblo llegó a la iglesia con grande alboroto, diciendo que el cacique, a la cabeza de sus mocetones, se aproximaba a la ciudad, jurando destruirla, después de matar a los enamorados. Nadie sabe lo que pasó, pero es lo cierto que en el momento en que el cacique, con sus guerreros, pisó los suburbios, la ciudad se desvaneció. Recorrieron el campo donde estaba situada, pero no la encontraron aunque la andaban pisando. En ciertas noches, singularmente los sábados, los que pasan cerca del sitio en que estuvo edificada oyen música y canciones, y el Viernes Santo la ciudad se hace visible a los que contemplan desde lejos, pero se borra poco a poco ante los ojos de los que pretenden llegar a ella.
Otra versión es la que dice que existió en la Colonia un soldado español llamado Juan. Cierto día mató en la calle a dos vizcaínos ricos que se habían burlado de él al verlo pobremente vestido. Sólo quedó en el suelo su espada acusadora. El hombre desapareció. Meses más tarde, en lo alto de un cerro lejano se encendía todas las noches una luz. Al año se extinguió. Cuando los curiosos visitaron este punto hallaron allí al soldado Juan, muerto y amortajado en un hábito monacal. En esa soledad el asesino había expiado su doble crimen.

Se denominó ese punto el cerro de Juan Soldado. Y de allí el nombre actual.

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