El tunjo es un muñeco de oro.
Aseguran algunos que estas pequeñas estatuillas las labraban los indios Pijaos. Otros que son trucos de que se vale el diablo para engañar a los avaros y codiciosos y así ganar sus almas.
Esta creencia parece ser más aceptada, según los misterios que encierra.
A la hora del crepúsculo vespertino acostumbra salir hacia las riberas de las quebradas, las orillas de las arboledas, a la entrada de un bosquesillo y en el cruce de los caminos.
Su presencia la hace en forma de un niñito que llora desconsoladamente. Si el viajero que lo ve, conoce su leyenda y sigue su camino, espolea su caballo y en veloz carrera huye par librarse de la tentación, es porque no es ambicioso.
Si lo oye llorar, lo ve y pasa de largo sin hacerle caso, el muchachito lo alcanza, se le sube al anca de la bestia para darle tremendo susto. Si desconoce sus trucos y el viajero se compadece del pequeñín que llora, se desmonto, lo recoge, se complace en acariciarlo pensando en el abandono de esa criatura, deja al instante de llorar y le dice a su benefactor: "papá , mira yo tengo ñentes.." al hablar le sale una bocanada infernal que impulsa a la persona a tirarlo al suelo y a huir aterrorizado. Esto es lo que llaman la prueba.
En cambio los avaros, que desean enriquecerse de la noche a la mañana y aspiran a encontrarse un Tunjo, pasan las noches en vela sacando fórmulas de los libros de magia o trasegando por las orillas de ríos y quebradas y hasta dedican la noche del viernes Santo para acechar el tesoro.
Cuando lo hallan, recogen al niñito, impregnan de saliva el dedo pulgar y le hacen la señal de la cruz. En el mismo momento el niño queda convertido en un muñeco de oro.
Este rito se conoce comúnmente como bautizo del Tunjo. El beneficiado se dirige rápidamente a su casa a guardarlo en un cofre bien seguro, preparado anticipadamente y que tenga dos compartimentos: uno para su vivienda y otro para su alimentación. Al guardarlo debe efectuarse un poco de rezos y conjuros.
La alimentación del muñeco consiste en unas semillas diminutas como los cominos, las cuales se les suministrarán todos los días, sin faltar uno sólo, acompañadas de frases comprometedoras.
Cuando la persona poseedora olvida darle la comida y los ritos obligados, indefectiblemente hace tormenta huracanada con aguaceros violentos, causando desbordamiento de los ríos e inundaciones, donde las aguas penetran hasta la habitación donde halla el cofre, y sale el Tunjo en medio del vendaval cantando y tocando tiple. La tempestad comienza a amainar a medida que el fatal muñeco se aleja de la casa.
Como se ve, la alimentación y los conjuros juegan papel principal en el cuidado del Tunjo, porque todos los dias defeca trozos o barras de oro que son las que hacen al feliz poseedor inmensamente rico.
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