Se creía que los muertos se convertían en aj, o espíritus transfigurados, que tomaban la forma de estrellas. Según las inscripciones, en el principio de los tiempos se relacionaban a Osiris con la constelación de Orión, de la que los egipcios veían el <> del cazador que vemos hoy.Mucho antes de la unificación de Egipto, Abido era la sede sagrada de Osiris. Los primeros reyes, originarios del sur, de Nejen, quienes también construyeron Menfis, la capital del norte, decidieron ser enterrados en Abido por ser un lugar santo. Probablemente por la época en que se construyeron las pirámides –el Imperio Antiguo (2700-2181 a. de C)- se erigió un santuario a Osiris en Abido que luego cayo en desuso.Cerca de 1500 años después, Setos I, segundo rey de la decimonovena dinastía, decidió renovarlo. Los obreros desenterraron el viejo santuario, hoy bajo tierra, e inscribieron su nombre en los viejos muros.Todos los años se representaba la resurrección de Osiris en una serie de estancias secretas, lo que animaban a los egipcios a creer que ellos también vivirían después de la muerte. De este modo, Abido se convirtió en el primer centro de peregrinaje.
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