A finales del segundo milenio a.C., Egipto se enzarzó en una larga guerra con el Imperio hitita que no concluyo hasta el año 1265 a.C. con el matrimonio de Ramsés II con la hija del emperador hitita, el rey de Hatti.Ramsés, al que también se conoce con el nombre de Remeses, quedó prendado de la hermosura de su nueva esposa, a la que dio el nombre egipcio de Nefrure y el titulo de “Gran esposa real”. Al poco de su llegada, sin embargo, Ramsés se encontraba celebrando un festival en Tebas en honor al dios Amón cuando llego un mensajero del rey de Hatti con la mala noticia de que la hermana menor de Nefrure, Bentresh, estaba gravemente enferma y los médicos hititas eran incapaces de curarla. De inmediato, el faraón reunió a sus mejores médicos y magos, y les pidió su opinión acerca de la enfermedad de Bentresh. A ver que no llegaban a ningún diagnostico, finalmente opto por enviar a su propio medico.Tres años mas tarde, el medico regreso a Egipto. La princesa, según afirmo, estaba poseída por unos espíritus malvados y la única manera de curarla era a trabes de la intercesión de un dios. Ramsés consulto entonces a los sacerdotes del santuario de Jonsu, en Tebas, y les pidió ayuda. Los sacerdotes transmitieron la suplica del faraón a Jonsu, cuya estatua asintió con la cabeza en señal de conformidad, lo que significa que accedía a curar a la princesa Luna, tenia que permanecer en la ciudad, así que los sacerdotes pidieron ayuda a la otra manifestación del dios “Jonsu el exorcista de demonios”.Protegido por una serie de amuletos mágicos prestados por su alter ego, Jonsu, el exorcista de demonios, se dirigió con su sequito a la capital hitita. Diecisiete meses después llego por fin a su destino, donde curó a la princesa Bentresh. Su padre, el emperador hitita, quedo tan impresionado ante el poder de curación de la estatua que se negó a dejarla regresar a Egipto y mando construir un santuario en su propio imperas con la pretensión de dudarla allí. Durante tres años y nueve meses la estatua permaneció en tierras hititas, hasta que el príncipe de Hatti tuvo un sueño profético en el que la estatua de Jonsu abandonaba su santuario bajo la forma de un halcón dorado y se abalanzaba sobre el antes de perderse en el cielo rumbo a Egipto.El príncipe supo entonces que la estatua tenía que regresar a su país, pues, de regreso a Tebas acompañada de una importante compensación económica. Una vez en Tebas, la estatua presentó ante la otra estatua de Jonsu el botín hitita, con todos sus tesoros, en muestra de agradecimiento de los sacerdotes de su propio santuario en Hatti.
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